viernes, 8 de febrero de 2008

noches

En mayo , de madrugada , la vi llegar lentamente , así como si nada susurrarme al oído tanta tristeza que me hizo olvidar sabores , esencias , cuerpos de mujer , poemas y todo vestigio de placer , durante dos horas me borró recuerdos y gente , durmió conmigo el peor de los sueños , hasta despertarme totalmente desprotegido y temblando .
Ella también había recorrido el cuerpo de Carmen en un temblor constante , revolcándola por el suelo , pidiendo cigarros y perfumes en un portugués con acento africano , y logrando que la reconociera tanto por su olor a alfacema y gramilla seca , como por el frío que recorría todo el largo de mi columna vertebral.
La había percibido también en el cine California cuando convertía en un segundo a un señor ejecutivo en algo similar a una bolsa de papas infartada y azulada mostrando la camisa en jirones y una mueca rígida que daba miedo.
En Buenos Aires le había dejado la cara partida en cuatro a mi hermana mientras yo ingenuo volvía a casa , me tiraba en la alfombra verde a recordar tantas tardecitas de pan con dulce y piano , tantos desayunos de hojitas de té hinchadas en el colador , mientras Irene trata de borrar unas lágrimas tibias que corren suavemente hasta mis orejas .
La había imaginado venir , disfrazada de nada o quizás de brisa , de nube , de perro marron y hocico negrísimo , de luna , de cualquier manera poco común para ella , o poco común para lo que yo imaginaba que sería común para ella , una noche en que una pequeña fogata de velas rojas en la esquina me hizo temblar nuevamente.
Ayer , tarde en la noche , cerca de su guarida , cueva malherida de pasiones . la vi de nuevo , un olor especial la acompañaba desde muy cerca , si , ayer la vi , pero ahora se escapaba de mi , no estoy seguro , presentía quizás , ella tan terca y perseverante que te tenía en mi mente desde que detrás de un mostrador me invadió una sensación tierna de paz y sana locura , de ambición de tus ojos , de abrazo frustrado hacia tu campera , de deseo firme de volver a verte y que en ese momento , eclipse mediante , te vuelvas tan imprescindible como imposible de olvidar.

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